Saúl Peña Rosas [i]
El fin de semana pasado me asigné la tarea de acomodar y ordenar mi recámara, después de todo cambiar los muebles de lugar crea una atmósfera diferente y pareciera que uno respira nuevos aires. Sin embargo, una vez ubicado en lugar, la verdad no sabía por dónde empezar.
Aparte del problema del limitado espacio, por tratarse de un cuarto pequeño, estaba el asunto de que son tantos los objetos que conservo, que no me había dado cuenta que vivía en una habitación llena de cosas que ya no ocupo. Que el buró de papá, que la mesita de la tía, y que el viejo baúl del abuelo ocupaban un cincuenta por ciento del espacio. Y no se diga los libros colocados en el enorme librero que, según yo, volvería a leer cien veces cuando, honestamente, algunos ni los he concluido.
Miraba aquellos triques con tanta nostalgia y pude darme cuenta del enorme apego que les tengo, aunque consiente estoy de que son cosas innecesarias para mí, digo, no es que no sirvan, quizá para alguna otra persona, en algún otro lado, pudieran ser de utilidad, pero a mí definitivamente ya no.


Y es que si les platicara cómo fue que llegaron hasta mi habitación, cómo fue realmente el proceso para que yo las obtuviera, estoy seguro que más de uno me diría “no los deseches” pero, siendo honesto, no los necesito, sólo son parte de mis apegos.
Tomé la decisión de sacar estos muebles los cuales me traen muchos recuerdos, pero que al final no dejan de ser ¡Objetos! Objetos que lograron insertarse en mi mente y de alguna manera llegaron a ser parte de mi vida. Es tanto el valor que les di, que no me di cuenta el espacio que representan y por consiguiente lo apretado que se vuelve un lugar cuando hay tantas cosas innecesarias.
Es allí donde empezó mi mente a divagar, ¡Pero cómo deshacerme del buró de papá! Sí es donde ponía sus anteojos y libros cada noche antes de dormir, si sobre él escribió tantos poemas y canciones, sí sostuvo sus llaves con las que cerraba la casa, no sin antes cerciorarse de que todos sus hijos estuvieran dentro, durmiendo, en paz.
¡Y qué les digo del baúl del abuelo! Aquel donde siempre guardó con mucho celo su escopeta marca Corso de pletina, con grabados de plata y cobre. Ese que contenía las cámaras analógicas con las que tomó una gran cantidad de fotos de la familia, su colección de plumas, y un viejo veliz, lleno de recortes de periódico con las noticias nacionales más importantes de la época de la revolución.
Y la mesita de la tía que siempre lució unas extensas carpetas tejidas a mano con sus mejores floreros y cuadros pequeños en marcos de tres patas, donde aparecían retratados en blanco y negro hasta mis bisabuelos.
Un momento de lucidez vino a mí y empecé a recordar que yo no acostumbro a leer en la cama, salvo que quiera conciliar el sueño, y que no me gustan las armas. El baúl ahora estaba lleno de zapatos viejos y la mesita…, ¿un florero en mi recamara? ¡Por favor! La mesa hoy sostiene unas bocinas viejas que también pienso sacar.
El desapego a las cosas no es la indiferencia a las mismas, es lograr desprenderse de algo que ya no nos sirve o que hay que renovar, es darles el verdadero valor donde sí sean necesarias.
Deshaciéndome de estos objetos no me deshago de mis recuerdos, ni de lo que éstos representan para mí, simplemente hago espacio para la construcción de nuevos aires que signifiquen un futuro inmediato sin olvidar de dónde vengo.
La incapacidad para tirar o desprenderse de las cosas que ya no necesitamos, pueden limitar el descubrimiento de nuevos horizontes. Ahora, tengo que hacer de tripas corazón, sacarlos antes de que me arrepienta y termine por incorporar otras cosas que podrían ser igual o mucho menos inservibles, ¡Caray! Nunca pensé que fuera tan difícil el simple reacomodo de una recámara.
[i] Saúl Peña Rosas es Licenciado en Comunicación y Cultura por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, autor de varios relatos y de la novela El día de tu muerte.
Tienes razón, no es fácil deshacerse de algún objeto o cosas que alguien alguna vez te regalo o te heredó porque puede que sea algo que te recuerde a esa persona y no importa si estorba o si no lo ocupas simplemente es algo muy especial que vale mucho para ti y por eso estan difícil deshacerse de esos objetos.
Me encantó ♥️👌
Gracias por tu comentario Paty
Saludos cordiales.
En general los apegos, nos limitan para avanzar, porque llamese: personas, cosas, lugares etc. Siempre van a ocupar un lugar y no sólo espacios físicos, sino los mentales, entonces, si nos es difícil desprendernos de ellos, no está demás una terapia psicológica, para que el cerebro se vacie de cosas que ya no necesitamos y se llene de nuevas ideas, alternativas etc. Felicidades nuevamente, con un tema a doc de la situación que en todo el mundo el está viviendo.
Muchas gracias por tu comentario Ruth, siempre he pensado que los apegos nos limitan a descubrir nuevos horizontes y también estoy consiente de lo difícil que es desprenderse de ellos.
Saludos cordiales
Lic los apegos son muy difícil de sacarlos de nuestras vidas. Cuando esas personas tan importantes en nuestras vidas cuesta mucho trabajo a mi en lo personal sigo guardando cosas k tienen mucho valor sentimental
Así es señora Ale, es difícil desprenderse de lo que representa para cada quien sus objetos personales, aunque a veces es necesario valorar sí aún son de utilidad.
Muchas gracias por su comentario. Saludos cordiales
Tan real en nuestra sociedad
Hablando de apegos de familiares, debemos disfrutar, querer, dedicar tiempo a nuestras personitas importantes, en vida, hacerlos feliz, ello será suficiente cuando tengan que partir, por qué con su recuerdo llenará nuestro corazón y mente.
Muchas gracias por el relato, inspiración para buscar nuevos aires en nuestro hogar.
Gracias, excelente día.
En realidad si es difícil la situación de sacar las cosas k te dieron con mucho amor tus seres queridos pero es bueno limpiar tu casa de vez en cuando y mover o cambiar o sacar las cosas k ya no ocupes para k tengas día con dia buena vibra y te vaya mucho mejor y no rezagar o tener lo k ya no ocupas gracias x compartir tu relato me gusto.. Saul peña
Gracias Blanca, me da gusto que te tomes un tiempecito para leerme.
Saludos cordiales.
Tienes mucha razón Ruth. Si nos es difícil o justificamos el porqué no queremos desprendernos de lo que ocupa nuestro espacio vital. Entonces una ayuda psicológica es muy pertinente.
Gracias Ruth, me da gusto que te tomes un tiempo para leerme
Saludos corodiales
Me parece un tema muy necesario. Darnos cuenta que muchas veces la vida nos exige un cambio y con ello soltar y dejar esos objetos, situaciones y hasta personas. Tomar esa valentia y aceptar que hay algo nuevo.
Saludos cordiales.
Gracias por tu comentario Belén, me da mucho gusto que me leas
😊✌
Muy buena analogía, en lo personal también deberíamos despegarnos de las personas al igual que de los objetos por el simple echo de que cuando llegue el momento de partir los dejemos ir. Si fuéramos más desapegados podríamos seguir avanzando en la vida sin tantos lastres y seríamos seres más felices.
Gracias Chino, buen punto de vista.
😁✌
Es dificil desprenderse de objetos a los que le damos valor sentiental, buena lectura Sr Saul Peña
Gracias a usted Felipe, me alienta a seguir escribiendo
Saludos cordiales
Hay mucha razón SAU
Si es difícil de desprenderse de algo
A un que no se ocupe
Simplemente por lo especial que es para uno
Efectivamente Isma, a veces le damos más valor a lo superficial
😁✌
La frialdad con que a veces tratamos de desprendernos , de algo o alguien no siempre funciona,nos hacemos a la idea , sólo por un momento, pero ……..
Muy cierto Julio, por eso muchas veces permanecemos inherentes ante diferentes situaciones.
Saludos cordiales
😁✌
Existen 3 formas, de lamas leve a la más fuerte.
1. Acumuladores de cosas, que no es grave, pero que posiblemente requiera de alguna orientación profesional.
2. Acumuladores compulsivos. Aquellos que guardan y guardan cosas de forma obsesiva aquí si ya es necesaria la ayuda psicológica, antes de que se convierta en patología.
3. Síndrome de Diógenes. Es la patología de acumular y acumular basura u objetos considerados basura.
Afortunadamente este relato cae en el número 1
Gracias por ampliarme el panorama Eliseo.
Saludos cordiales
😁✌
Ahí viene el tlacuache… Muy buen texto, nuestros apegos ocupan más lugar de lo que pensamos. Mi padre nos acaba de regalar parte de su colección de monedas antiguas, tenemos una planchas de hierro fundido y cientos de libros que no leeremos nunca y otros cientos que nunca abriremos de nuevo.
Excelente referente con la canción de Cri-Cri.
Ahí viene el tlacuache cargando equipaje…
Gracias por tu comentario.
Saludos cordiales
😁✌
Gracias Saúl por recordarme que los recuerdos son recuerdos y los llevo en mi que no necesariamente tenemos que tenerlos en algún objeto que aveces nos obstruye hasta el paso !
Gracias a ti Margarita por tomarte la molestia de leerme
Excelente relato, todos esos objetos y todo lo material, solo son eso, objetos que le damos valor por ciertas circunstancias, pero solo de ésta vida nos llevaremos experiencias y recuerdos, Vivamos la vida al máximo, que es tan corta. Felicidades Saúl
Gracias Paty, me da mucho gusto saber que me lees.
Y coincido totalmente contigo en que lo verdaderamente importante son las acciones que día a día dan sentido a nuestra existencia.
Saludos cordiales.
😁✌
Buen tema de discusión. La acumulación de objetos que ya no usas/necesitas energéticamente no permite que nuevas cosas entren a tu vida. En la vida hay que renovarnos y con nuevo bríos, mirar hacia adelante.
Gracias Beky, ya confirmé la observación que me hiciste. Tienes razón, muchas gracias.
😁✌
Que buen relato, este tema si me queda que ni mandado hacer, siempre tuve ese sentimiento de culpa desde niño por no querer cambiar algunos recuerdos, con decirles que en algún momento de mi infancia aplanaron la pared de tabique y yo estaba triste porque iban a borrar el letrero que puso con pintura blanca mi hermano despidiéndose del gato que se había muerto como 4 años atrás, ya de adulto en mi casa acumulé tantas cosas que hice una galera especial solo para guardar este tipo de cosas, hasta que un día, mi salvadora, me convenció de tirar todo con un buen argumento, me decía que alguna vez estaba la foto de mi hija mayor en la pared cuando era bebé, luego cuando iba a la primaria, etc.etc y que si esa foto la íbamos cambiando porque no las cosas que ya usamos, haaaaaaa pero no las tiré, casi todo lo vendí al reciclaje y otras las done a un amigo que vendia en los tianguis de pulgas.
Saludos
Gracias por compartir tus propias experiencias Güeros, ahora sé que no soy el único
Saludos cordiales
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