Beatriz, una historia feminista

La historia de vida de Beatriz representa la lucha de ser mujer en un contexto de exclusión y cultura patriarcal. Su voz expresa las problemáticas que muchas otras mujeres también han enfrentado en otros territorios.

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En 1954 terminé la escuela primaria, pero en esa época no había secundaría aquí en el pueblo, cuenta la maestra Bety. Así es como todos la conocen en Zumpango, una pequeña ciudad del Estado de México, que está a escasos 40 kilómetros de la Ciudad de México y a 28 del municipio de Ecatepec.

La historia de vida de Beatriz Rodríguez Leonardo representa la lucha de ser mujer en un contexto de exclusión y cultura patriarcal. Su voz expresa las problemáticas que muchas otras mujeres también han enfrentado en otros territorios, y da cuenta de cómo el trabajo constante la lleva a ser ejemplo de una lucha feminista por la educación, la participación política y la independencia.

Soy la única mujer y la más chica de cinco hermanos, cuando muere mi padre tengo que trabajar y comienzo de niñera en el Jardín de Niños. Tenía 16 años cuando me dejan un grupo a cargo de educación preescolar. A sus casi ochenta años, Beatriz va recordando de manera ágil y precisa, fechas, acontecimientos e incidentes de su vida personal, laboral y profesional.

Fotografía: Imagen99

Es hasta 1974 cuando ingresé a la escuela secundaria nocturna de Ecatepec y en 1981 surgió un programa de formación docente intensiva para estudiar la preparatoria y la Normal en Educación Preescolar. Durante cinco años Beatriz trabajaba entre semana en la escuela y los fines de semana viajaba hasta la Ciudad Toluca, donde estaba la escuela Normal, a 120 kilómetros de su casa. Sin pesar y con una sonrisa, ella recuerda cómo se levantaba a las tres de la mañana del viernes para tomar el transporte público y poder llegar a las siete a la primera clase; y regresar a Zumpango a las nueve de la noche, del domingo, para el lunes entrar a trabajar.

Laboralmente cumplí 56 años de servicio en el Jardín de Niños Rita G. De Labra, de esos años 13 fueron como subdirectora y 26 como directora. En ese tiempo, las gestiones y peripecias que realizó para lograr las metas de mejoramiento de la escuela, le valieron el reconocimiento de la comunidad. Por ejemplo, el crecimiento de la infraestructura escolar, desde la construcción de un edificio con cinco aulas equipadas, hasta la compra de computadoras, microscopio y pizarrón electrónicos, entre muchos otros.

En 1969 aprendí a manejar y logré comprar un auto Renault, porque mi madre estaba enferma y había que llevarla a Cardiología a México, bueno a la Ciudad. Para Beatriz, la violencia de género no fue algo ajeno, primero por conducir un auto en esa época y lugar, donde eran pocas mujeres que lo hacían y, luego, dice ella, por la impotencia de ver a maestras que llegaban con la boca rota o los brazos morados, diciendo que se habían caído o golpeado accidentalmente.

A Beatriz las circunstancias la colocaron en el centro de la actividad política, fue presidenta municipal suplente, en el trienio Eulogio Aguirre. Contrario a las expectativas de que sería una mujer que no tomaría decisiones ni resolvería problemas, en los cuatro meses que duró la suplencia, realizó acuerdos para hacer que funcionara un pozo de agua, se pagaron adeudos de salarios y servicios, y se cumplieran otros compromisos políticos. Cabildeó con diputados y gobernadores para conseguir recursos, una vez para lograr la compra de una ambulancia y, otra,  para la cuenta corriente del municipio.

Una de las experiencias importantes para Beatriz fue el haber sido periodista y corresponsal de los periódicos Excelsior y El Universal. Tuvo la fortuna de haber conocido a Julio Scherer García. Me entrevisté con él y al otro día se publicó, a ocho columnas, el reportaje que había escrito sobre el cultivo del Tule en Zumpango, cuenta Beatriz con gran emoción y recuerda que para llamar a México tenía que hacerlo desde una tienda. Como colaboradora de estos diarios, sus notas y artículos fueron publicados a veces con nombre y otras veces sólo aparecían acreditadas como el corresponsal, pero nunca como la corresponsal.

Ella estudió y se capacitó siempre pensando que eran retos. Superó las dificultades que cada actividad le traía: mejorar su ortografía, estudiar matemáticas, conocer la mecánica de un auto, hablar en público, administrar una escuela, militar en un partido, comprender el desarrollo infantil o estar alerta cuando un niño o niña era víctima de negligencia o violencia familiar.

En el camino Beatriz ha sufrido varias pérdidas, su padre y madre, tres hermanos y a Elba, su compañera de vida. Beatriz reconoce que para las mujeres el acceso a la educación ha mejorado, y el sistema de guarderías, la independencia y autonomía laboral son elementos que ayudan a la equidad de género. Finalmente, con la firmeza que la caracteriza Beatriz concluye su historia: me siento satisfecha de mi trayectoria, hay mucha gente que me reconoce y aprecia. Con aciertos y errores fueron muchos años de servicio en un sistema educativo y veo que muchas cosas faltan pero otras han cambiado, y han cambiado para bien.

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20 comentarios en “Beatriz, una historia feministaAñade los tuyos →

  1. Un privilegio haber sido parte de su equipo de trabajo durante 20 años
    Aprendí y soy lo que soy en gran parte gracias a su ejemplo
    Mi reconocimiento y admiración a su gran trayectoria de éxitos
    Un abrazo maestra Bety

  2. Agradezco infinito a IMAGEN 99 por su excelente y emotivo reportaje que hace remembranza de una vida llena de alegría cariño lucha esfuerzo y trabajo en una época donde era difícil desarrollarse dentro de los ámbitos social político laboral lucha que logre vencer y trate de servir a mi comunidad en estos tres aspectos que permiten sentirme orgullosa de ser MUJER

  3. Admiración, respeto y un profundo cariño para mi Tía Beatriz quien siempre ha sido ejemplo de esfuerzo y perseverancia para lograr todo lo que una mujer se propone, no importando límites ni prejuicios.

  4. Mi Directora favorita, maestra de vida, ser humano respetable y admirable, siempre dejando huella en cada persona con la que coincide.
    Mi agradecimiento eterno por todo lo que me enseñó en tan corto tiempo, mi más profundo reconocimiento a su trayectoria profesional e historia de vida.
    Deseo algún día ser poquito como usted.
    Felicidades por tan emotiva nota. 👏🏼

  5. Siempre recordando con cariño a la Maestra Bety, una mujer ejemplar y trabajadora. Fue un enorme placer leer un poco sobre su vida, aunque me quedo con ganas de mas, ojalá puedan extenderse más en alguna otra ocasión .

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