Héctor Unzueta[i]
El acto de toma de poder presidencial nos permite hacer una reflexión acerca del valor de los enunciados realizativos desde los planteamientos del filósofo del lenguaje John Austin.
Podemos examinar parte del valor que tienen estos enunciados realizativos que se emiten en los juramentos, en las protestas de asunción de un cargo, situaciones de comunicación que son la prueba del compromiso moral y espiritual con lo que decimos y/o asumimos.
Son pruebas porque se tratan de acciones. Señalar las acciones que realizó el otro, describir lo que hizo el otro queda en el plano del testimonio, que en la jurisprudencia resulta de gran valor.
Pero en los enunciados realizativos, el valor reposa en la acción, en el decir qué es el hacer para Austin.
Si es falso o verdadero ese enunciado no es en primera instancia lo que interesa al analista, sino el compromiso con lo que decimos, porque la palabra empeñada nos compromete, nos obliga en primera instancia.

«Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen…», declaración emitida en la ceremonia de toma de poder del presidente de la República Andrés Manuel López Orador (o de cualquier otro estadista).

Ese acto de habla por sí mismo ya produce una acción, no como testimonio sino como prueba de que el hablante adquirió moral y circunstancialmente la obligación que contrajo ante el conjunto de personajes que presenciaron el acto.
El acto realizativo o performativo del presidente de la república no implicó verificarse, sino anteponer un verbo de acción -protesto- al sustantivo -constitucion política y leyes.
El cumplimiento o no del presidente con el sentido de la protesta estará determinado por el acto de habla en sí mismo, que es la prueba contundente de una acción que llevó a cabo y de una obligación que contrajo moral y jurídicamente ante sus gobernados.
Por tanto la discusión de si esa proposición nos miente o es falsa pasa a un plano secundario. Es decir, si se cumple o no la promesa no es realmente lo importante, para Austin lo realmente importante es que podemos hablar de acciones falsas, amorales cuando lo prometido no se cumple, pero nunca de mentiras porque quien promete se propuso hacer algo.[1]
Así el acto de prometer conlleva la intención de que la promesa se cumpla por parte del hablante. Nos describe cuáles son las actitudes e intenciones del hablante. Hasta aquí una parte del legado que dejó el pensamiento de John Austin y el valor de los enunciados realizativos como acto de lenguaje político en los presidentes de la república.
[1] Austin, J. (2008). Cómo hacer cosas con palabras. México: Paidós
[i] Profesor investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Correo electrónico hector.unzueta@uacm.edu.mx
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